
Llegamos a este local por instancias del roleño Alfredo engatusados por sus promesas de comida barata y apetitosa. Al principio miramos el pequeño bar con ciertas dudas[que pequeño es... nos dejaran entrar con patines?... el bar está petado... Pápa tengo sed...], pero todo fue entrar y sentirnos más a gusto. La camarera super maja no nos dijo ni mu por ir sobre ruedas, nos hicimos un hueco en el local y acabamos sentados todos (menos Pedro, que no quería XD) despachándonos a gusto unas buenas cervezas, unos bolsillos

que estaban todos de vicio.


Si pasáis por delante del local os recomiendo entrar. Para la próxima no aventuramos al reservado del fondo como nos pedía Julio Brasil ejeje, que al final se quedo con la ganas.
Para terminar y como siempre